Cigarrillos Electrónicos, Formaldehído, y La Verdad

El Dr. Konstantinos Farsalinos y su equipo publicaron ayer un estudio monumental en el mundo del vapeo, cuya importancia no se debe pasar por alto. A raíz de una serie de frustraciones personales y científicas causadas por la creación de experimentos con controles pobres, metodologías cuestionables, sin conocimiento de la función del sujeto de estudio, y conclusiones erroneas, llevadas a cabo por científicos en salud pública que no entienden cómo funciona el cigarrillo electrónico, el equipo del Dr. Farsalinos decidió empezar un estudio sobre la producción de aldehídos (como formaldehído y acetaldehído) además de acetona y acroleína. Su estudio demuestra el grave error cometido por los medios y representantes de la salud pública.

Para los vapeadores con experiencia en el uso de cigarrillos electrónicos no es ajeno el fenómeno de la calada seca (dry puff, en Inglés) y normalmente dejan de utilizar un atomizador cuando se presenta este hecho. Esto no es un fenómeno exclusivo del vapeo, ocurre en otros dispositivos que utilizan resistencias sumergidas donde el líquido que deberían estar calentando se agota y la resistencia empieza a quemar el material que lo rodea, como en un calendator de ducha. Para muchos, este concepto es algo básico, especialmente cuando se está investigando sobre el uso de cigarrillos electrónicos. De hecho, este fenómeno esta documentado desde el 2013 en un artículo del mismo Dr. Farsalinos.

Este nuevo estudio simplemente refuerza la idea de que un vapeador dejará de utilizar un atomizador tan pronto que experimenta una calada seca. El Dr. Farsalinos utilizó un atomizador popular, el Kayfun Lite Plus de Svoëmesto, como base para la realización del estudio y le pidió a un grupo de vapeadores utilizar el atomizador realizando caladas de 4 segundos con 30 segundos de intervalo, a cuatro niveles de potencia distinta: 6.5W, 7.5W, 9W, y 10W. Los dos atomizadores utilizaron la misma resistencia (medida en ohmios) y silica como el material de mecha, pero con dos configuraciones distintas: el A1 estaba configurado en términos de eficienca del efecto capilario y el A2 con solo un hilo para minimizar la cantidad de líquido que llegaba a la resistencia. El material fue seleccionado a base de la popularidad del mismo en una variedad de claromizadores y tanques.

En el caso del A1 (el atomizador configurado para maximizar la eficiencia capilaria) ninguno de los vapeadores detectaron el fenómeno de la calada seca. Esto fué confirmado por una maquina de simulación de calada (smoking machine), ya que solo se detectaron niveles mínimos de aldehídos en todos los niveles de potencia dentro del protocolo del experimento. En el caso del A2, donde los vapeadores en el experimento detectaron la calada seca a 9W y a 10W, el analísis del vapor realizado en las máquinas confirmó la experiencia de los vapeadores. El A2, con caladas simuladas a 6.5W y a 7.5W, detectó niveles mínimos de aldehídos, 30 a 250 veces menos que cigarros tradicionales de tabaco, muy similar a lo que pasó con el A1 en todos los niveles de potencia. Sin embargo, a las dos potencias más altas, de 9W y de 10W, donde los vapeadores reportaron el desgusto de la calada seca, el analísis confirmó la experiencia.

¿Qué significa esto para un vapeador o para un científico interesado en investigar sobre cigarrillos electrónicos? El uso adecuado del dispositivo es importante para minimizar el riesgo del mismo. Un mal uso, o un uso de laboratorio que no simula el uso real, puede generar aldehídos y otros compuestos que pueden ser nocivos. Es aún más importante para los científicos estudiar el uso de cigarrillos electrónicos ya que después del contenido de este estudio, que habla del fenómeno de la calada seca (dry puff phenomenon) extensivamente además de explicar la importancia de la Ley de Ohmio, no tienen excusas para crear metodologías que no repliquen el uso real de los dispositivos y que faciliten llegar a conclusiones erróneas, mismas que suelen ser tergiversadas por los medios masivos.